Todo empezó hace años, cuando una jovencita se casaba y emigraba a la otra punta de España y solo sabía hacer tortilla de patatas.
En realidad todo empezó antes… con una Tía Rosa que siempre fue compañera y cómplice y con una madre determinada y fuerte, pilar estable. Y si empezó antes también siguió después, cuando los peques pudimos disfrutar de una tía-abuela Rosa que hacía las mejores patatas fritas del mundo (finitas, finitas) y de una abuela que siempre fue moderna (no se perdía las pizzas caseras ni los macarrones por nada del mundo si ese día ese era el menú juvenil… y que no le quitaran los “dulsesitos”).
Pero volvamos al momento justo en el que empezamos esta historia: esa jovencita era mi madre. Su tía y su madre le dictaron sus recetas, las de siempre, e incluso le escribieron algunas de su puño y letra. Eso no se podía perder… no lo podíamos perder, así que empecé pasito a paso:
Había que sacar una tirada de seis copias de golpe, que somos seis casas, y me organicé. Tras pasar todas las recetas a ordenador (incluyendo algunas de las características de mi propia madre y mi propia tía) y escanear un par de fotos y cartas, llevé el documento final a imprimir en papel con buen gramaje y satinado. Añadí algún detallito a las hojas ya impresas, y seguí…
Seguir en este caso significó cortar cartones, forrarlos con papel de cartonaje en el exterior y papel de scrap en el interior (ambos de Creativos Scrap), usar un montón de Tacky Glue, crear los adornos de las portadas con la Big Shot, rebuscar washi tapes adecuados y encuadernar con la Cinch. Tanto papeles como adornos están tintados parcialmente con Distress Ink en color Tattered Rose, que es un color que siempre queda muy fino.
A partir de ahí quedaba el sprint: ensamblarlo todo, unir piezas y tener un resultado… bueno, seis resultados finales.
Aquella jovencita aprendió a cocinar las cosas de su casa, su comida andaluza, aun estando lejos. Ahora los que venimos detrás no vamos a tener excusa…
…
My mom was very young when she got married and moved to the other end of the country. She couldn’t cook much but she got herself ready: her aunt and her mom gave her all the family recipes, all those simple things that they ate at home. And it worked.
As I don’t cook very well either, I decided to compile all those recipes and make a family recipe book… well, actually six!