Se puso las gafas de ver bonito…

Más de una vez he hablado por aquí del valor de lo simple.
Y si nos paramos a pensar en lo simple que es coger un trozo de papel, escribir unas palabras, introducir ese papel en un sobre, añadir dirección, comprar un sello y depositar el conjunto final en un buzón, podría ser eso: simple.
Pero… no. Primero porque no lo hacemos. ¿Cuántos de vosotros recibís cartas en vuestro buzón? (Y no, no valen notificaciones de bancos ni publicidad, que a mí no me la coláis).
Mi hijo creo que no ha recibido una sola carta en su vida. Mi hija, tal vez dos. Qué pena.
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