Tiene mi niño ya quince años y a veces pienso que es de otro mundo.
Mi niño y sus quince años tienen cuerpo y conversación de hombre. Pero intereses, aficiones y prioridades de niño. Está ahí, a medio camino entre el niño que ha sido y el hombre que será.
Claro que recuerdo perfectamente su infancia, claro que me acuerdo de sus rizos y sus peripecias infantiles. Y claro que quiero entender a quienes dicen que echan de menos la infancia de sus hijos.
Pero yo lo que quiero es seguir viéndolo crecer, porque va a a ser un hombre maravilloso. Avisados quedáis.
Mi niño, con sus quince años, me habla claro pero me quiere sin condiciones. ¿Se le puede pedir algo más a la vida?