Nos movemos con cautela y a zarpazos, según el rato. Tenemos tiempos de prisas y tiempos de parálisis. Y a veces, en toda esta locura de tiempo que nos ha tocado vivir, tenemos que hacer malabares y cruzar todos los dedos (o las pezuñas) para que no se caiga la taza de té y se nos haga todo añicos:
Ya sé que siendo un oso es difícil mantener ciertos equilibrios, pero tengo que intentarlo.
El equilibrio no ha sido fácil nunca. Yo tengo muchos años y no lo he conseguido aún, quizás por eso sigo buscándolo. Aunque no queden muchos sitios (ojos) en los que mirar. Intentaré que no se me vaiga la taza.
Que no se caiga, que no se caiga.