La vida es como una caja de bombones… pero aquí ya hace mucho calor y los bombones se derriten (así que atento si me lees y eres un bombón. Tú siempre por la sombra, hazme caso).
Haciendo gala de versatilidad y adaptación al cambio de estaciones, me ahorro los bombones y os enseño la caja. Ups, he dicho la caja.
LAS CAJAS. Dos. Que tenemos calor pero no miserias:
Ayer por la tarde hice un taller de cartonaje sencillo con Janire Palencia y un grupo de chicas con muy buen rollo. El resultado fue la caja amarilla y ni yo me creía haber sido capaz de hacerla. ¡Cuadraban mis medidas! Bueno, casi. Bueno, que sí, leñe… ya está bien de perfeccionismos.
Así que me vine arriba e hice otra al acabar el taller online para meter los regalitos que iba a recibir mi madre hoy en su celebración de cumpleaños.


Aunque ahí se vean mi caracoles japoneses, en realidad hemos metido en la caja un detallito estiloso de parte de todos y una carta, dibujo o tarjeta de cada uno de sus cuatro nietos.

Ni que decir tiene que el contenido ha mejorado al continente, y los niños han transmitido su esencia (cada uno) en su forma de expresar el cariño.
Pues ya está, ya puedo volverme adicta a hacer cajas, porque creo que esto es adictivo. En serio lo digo.

Ay, madre, que esto de estar en casita te ha cambiado. Rosa y cartonaje hasta hace poco no hacían buenas migas pero ahora descubro que hacéis muy buena pareja. Me encantan tus dos cajitas y seguro que su relleno también debió ser una preciosidad.
Y tú siempre por la sombra😘
No hay dos sin tres… prontito lo verás.
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